04 Feb
SE ABRE A LA PAR LA PUERTA DEL BAÑO Y LA VENTANA DE TWITTER

Hemos llegado a un punto en el que nos sobrecoge la idea de tener tiempo libre.

Tenemos que levantarnos temprano, trabajar, atender a diversas trivialidades que nos han hecho interiorizar como necesarias ( darle un "me gusta" a la nueva foto de una persona muy importante en tu vida, pero con la que al fin y al cabo, ya solo hablas por redes sociales, responder inmediatamente a mensajes banales, tener una conversación sobre una serie, como siempre sin contenido, que olvidarás en una semana... ) y repetir una y otra vez esta rutina diaria.

Dedicamos una enorme cantidad de horas a estar enterados de un todo que no nos aporta nada, de esa manera no nos sentimos desplazados.

La idiosincrasia humana hace del hombre un ser social, y mientras este no cuestione las reglas de  la sociedad siempre pertenecerá a un grupo. Por lo que es un mecanismo perfecto: primero se le tienta con la idea de pertenecer a un colectivo, en este punto el individuo aún conserva sus inclinaciones, las cuales tendrá que ir sacrificando a medida que emplea su tiempo en satisfacer las demandas del grupo ( lo que no le es difícil, pues estas son simples y tienen una gran recompensa expresada en aceptación social).

Esto sigue una progresión geométrica, llegando a un punto en el que ha aceptado estas "preocupaciones" como suyas y ha excluido todas las demás.

El sistema funciona porque si la persona pasa demasiado tiempo alejado de él sentirá un tremendo "Horror Vacui". Hemos conseguido una sociedad que al conceder tanto tiempo a las prerrogativas expuestas, siente un horrible temor a estar sola consigo misma.

Pensamos que tenemos tiempo libre cuando nos pasamos dos horas diarias perfeccionando nuestra apariencia on-line, cuando hablamos sobre el nuevo vestido de Cristina Pedroche estas navidades, o cuando, en definitiva, hacemos cualquiera de las acciones que hemos automatizado y que no requieren pensar, mecanismo que poco a poco vamos atrofiando. Este tiempo de ocio no es tiempo libre, pues no es tiempo que libremente hemos decidido dedicarle al ocio.

Cuando en verdad tenemos tiempo libre no sabemos gestionarlo y necesitamos ocuparlo de alguna forma, por ejemplo convirtiéndolo en tiempo que creemos para nosotros, es decir, viendo compulsivamente a gente para llenar nuestra agenda o yendo al baño cinco minutos y abriendo Twitter.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO