23 Feb
Póquer

Es curioso como la simbología nos marca, enseña y respalda desde que nacemos.

Precisamos una serie de símbolos, tanto rituales como físicos, para que algo esté representado y por tanto esté ahí. Ya que por mucho que nos cueste admitirlo, tendemos a pensar que lo que no tenemos especificado claramente delante de nuestras narices simplemente… No existe.

Para explicar esto haremos una abstracción a dos planos, el de las cosas que están ahí y podemos ver, y el de las cosas que están ahí, pero no contemplamos. Se observa que realmente dicha división es intrínsecamente un modelo imperfecto inventado con el fin de explicar algo, y que por el contrario no representa sino la estrecha unión entre las dos realidades.

Un modelo más acertado, fácilmente comprensible a partir de la unión de los dos anteriores es una línea recta única en la cual tiene cabida lo que percibimos y lo que no. Lo que suele hacer la gente con esta realidad última es cercenar todo lo que no ve, por lo tanto, para ella esta no está.

Un buen ejemplo de esta afirmación es Dios y la religión, pues aun habiendo diversidad de opiniones respecto a la existencia de este, todo el mundo está de acuerdo en que el creer o no es una cuestión de fe, no es algo que pueda ser probado empíricamente. Vemos entonces que hasta algo no demostrable, tiene una enorme simbología alrededor y que de hecho la necesita para poder seguir existiendo. Para algo que no conocemos la simbología es el único canal de comunicación.

Todo este circunloquio nos conduce unos días atrás, cerca de la medianoche, a un rincón apartado del restaurante, dos copas de Tombú sobre la mesa y a una conversación desenfadada sobre que representa cada palo de la baraja de Póquer y si se podrían clasificar una considerable cantidad de personas en un único palo. No llegamos a ningún acuerdo, a decir verdad, no lo tenía claro y aún sigo teniendo mis dudas. Pese a ser una banalidad me puse a pensar en ello y he aquí mis conclusiones subjetivas.

Es bastante clara la relación entre la baraja española y la baraja de Póquer, en ambas se representa siempre la misma lucha de poderes.

Los diamantes están unidos con el dinero, en la baraja española serían los oros y estos representan a los comerciantes. Para mí estas serían la mayoría de personas, viviendo de prisa con sus preocupaciones terrenales.

Los corazones se asociarían con las copas, representando al clero. Una persona corazón sería alguien fuertemente ligado al más puro vitalismo de Nietzsche.

Por otra parte están las picas, iguales y completamente opuestas a los corazones, serían las espadas y representan a la nobleza. Una pica es una persona “kantianamente” racionalista, alguien ingenioso e imaginativo, un estratega.

Y por último están los tréboles, que serían los bastos y a su vez los siervos. Sin embargo mi concepción es algo distinta. Un Trébol es una aguja hecha de diamante escondida en un pajar. Una persona cuyo potencial solo es visible desde una perspectiva que pocos tienen, alguien destinado a sorprender.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO